Todos conocemos la historia de Cenicienta, la pobre y atormentada joven que era esclavizada por su malvada madrastra hasta que llega el Hada Madrina y la ayuda a conseguir su libertad, yendo a un baile y enamorando a un príncipe azul. Pero en realidad nunca un hada madrina.
Cenicienta harta de que la tengan muerta de hambre y de no haber estado con nadie, porque la tenían oculta (ahora me pregunto si realmente seria la hijastra y no la mucama a la que tenían en negro y le mentian para no darle un mango), le robo la tarjeta de Crédito a la Madrastra y se fue de compras.
El tema es que aunque podía inventar excusas de por qué figuraban gastos en Peluquería, Manicura, tratamiento facial, y maquillaje (La madrastra era coqueta y se la pasaba en el salón de belleza) Y podría arreglar para hacer un fraude de tarjeta de crédito con el chico que manejaba la limosina que había contratado para que la lleve a la fiesta, había un gasto que nunca iba a poder justificar, el vestido y los zapatos. Porque después de todo, era la única de la casa que usaba esos talles y no podía guardarlos en el placar de alguna de sus hermanastras y decir que fueron ellas. Por eso Cenicienta, ni lenta ni perezosa, consiguió una casa de ropa que cerraba a las 12:30 de la noche y con ser lo suficientemente inteligente para no arruinar el vestido y no perder la etiqueta de nada, iría a la fiesta, bailaría, la pasaría bomba y volvería a devolver la ropa.
No hubo Hada Madrina, no hubo calabaza, ni ratones, ni le echaron ningún polvo mágico ( no al menos en esta parte de la historia). Cenicienta uso la tarjeta de crédito de la Madrastra y siendo ella muy flaca, por lo poco de comer que le daban, con el tratamiento de belleza adecuado y con un corpiño con relleno y push-up estaba lista.
Ya todos sabemos el resto de la historia, Cenicienta le estaba tirando onda al príncipe cuando se dio cuenta que le estaba por cerrar el local y que tenía que devolver la ropa, salió corriendo y se olvido el zapato, lo cual se dio cuenta cuando llego a la tienda de ropa Y si se dan cuenta, si realmente el zapato hubiese sido mágico, este hubiese desparecido como supuestamente paso con todo lo que tenia Cenicienta. Pero no despareció. Cenicienta devolvió el vestido y logro cancelar la compra, desgraciadamente no pudo hacer lo mismo con los zapatos.
Igualmente para cuando llego el resumen de la tarjeta con todo lo que Cenicienta había gastado con la tarjeta robada, ella ya esta estaba felizmente casada con el bobaso del príncipe y queremos creer que ya le habían echado varios polvos mágicos. Aunque hay varios que niegan eso, después de todo, Estaba casada.
2 comentarios:
Jajaja, ahora si me cierra =P
Y si, digamos que lo del hada no tenía ni pies ni cabeza.
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